lunes, 2 de agosto de 2010

Feria del Libro contra piratas



LIMA.- Mientras en la Feria Internacional del Libro de Lima las grandes y pequeñas editoriales presentan estos días sus últimas novedades, otra industria, la de la copia ilegal, mantiene en Perú una cuota de mercado del 40 por ciento. Esta industria de la "cultura bamba", como se conoce popularmente en Perú a los productos piratas, incluye sus propios vendedores especializados, sus detractores y defensores, así como grandes mafias identificadas que centralizan la elaboración y venta en todo el país.

Así, mientras en la Feria del Libro se realiza la presentación de la última obra de Jaime Bayly, un taller en el centro de Lima muy probablemente ya esté trabajando para sacar la versión pirata, en la que sólo la calidad del papel y la encuadernación, así como alguna errata o página faltante diferenciará un producto del otro.

La propia oficina de Derechos de Autor peruana (Indecopi) no duda al señalar a tres grupos como los responsables de la casi totalidad de la copia ilegal de literatura en Perú, con cabecillas identificados que trabajan en imprentas que producen tal cantidad de material que una parte del negocio va dirigido a la "exportación" al mercado boliviano.

"Conocemos a los jefes, tenemos las imprentas, el organigrama (de las mafias), pero los procesos penales no avanzan, y mientras eso no funcione, luchar contra la piratería será difícil", afirmó a Efe Martín Moscoso, máximo responsable de la lucha antipiratería en Indecopi.

Y es que la venta de este producto está tan aceptado en Perú que existen desde tiendas conocidas por todos que mezclan sin rubor el mercado del libro viejo y el de la copia ilegal, hasta una red de vendedores ambulantes que ofertan sus libros en los semáforos de la capital, como si se tratara de chocolates o cargadores de teléfono.

Estos escaparates humanos, que parecen el reflejo de las librerías por su velocidad y precisión a la hora de ofrecer el último fenómeno editorial, llegaron durante un tiempo incluso a vender libros originales, gracias a una iniciativa de la editorial colombiana Norma, que tuvo que detener su estrategia ante las críticas del sector.

"Hay un contacto directo con el consumidor que es una encuesta permanente, y por eso están tan al día en la replicación", analizó Moscoso.

En un buen día de invierno, y es que el buen tiempo afecta también a las ventas de libros piratas, estos ambulantes pueden dar salida a más de diez ejemplares, desde la última novela de Paulo Coelho a la guía del popular cocinero Gastón Acurio que teóricamente solo puede conseguirse legalmente abriendo una cuenta en el banco.

El mejor ejemplo de la perspicacia de estos vendedores es lo ocurrido con el libro del líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán, "De puño y letra", cuya pequeña tirada desapareció en días de las librerías y dejó a la copia ilegal como la única vía para obtenerlo: por supuesto, sólo a clientes habituales y a mayor precio que el original.

La existencia o no de la versión pirata de una novela sirve también para valorar el éxito y aceptación de un autor, como explicó el escritor peruano afincado en Estados Unidos Daniel Alarcón en un artículo reciente.

Alarcón, considerado uno de los escritores jóvenes con más proyección internacional, reconoce en dicho artículo la tranquilidad que sintió cuando tras varios días de búsqueda sin éxito, encontró un vendedor ambulante que vendía su novela en edición pirata.

Por fin Alarcón se vio como parte de ese selecto club de novelistas peruanos de la copia ilegal, aquel que presiden Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique.

Entonces, si está tan a la vista y los cabecillas están identificados, ¿por qué cuesta tanto erradicar la copia ilegal?

Además de los problemas derivados del deficiente Poder Judicial, la industria de la piratería es tan grande que los operativos policiales no llegan a hacerle mella, mientras que los altos precios de los libros "legales" hacen que la población tolere al libro pirata como tolera el disco o el DVD.

Las editoriales con presencia en Perú llegaron incluso en una ocasión a pagar de su propio bolsillo el mayor operativo contra la piratería de los últimas años, que permitió la incautación de miles de ejemplares ilegales. Pocos días después, toda la mercancía requisada había sido reemplazada como si nunca hubiera pasado nada.

Paradójicamente, aquellos libros incautados se han convertido en un nuevo problema para la policía peruana. Las editoriales se resisten a donarlos (precisamente para evitar su legitimación) y su destrucción, cual quema inquisitorial, tampoco parece un final apropiado.

Mientras tanto el tiempo pasa, y miles de libros "bamba" se acumulan en alguna nave de algún polígono industrial de Lima

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